Extracto del artículo de Julie La Barba, MD, FAAP
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El inicio del año escolar puede emocionarnos pero también abrumarnos. Las transiciones importantes como por ejemplo ser el niño nuevo en la escuela o iniciar un ciclo nuevo en la secundaria o a la preparatoria suelen ser particularmente estresantes y pueden ocasionar ansiedad que a su vez suelen afectar el sueño. Nuevos horarios más exigentes pueden añadir aún más estrés tanto para los estudiantes como para los padres y, por consiguiente, hace que las comidas nutritivas en lugar de ser la norma, sean un “de vez en cuando”.
Noche tras noche el dormir poco ocasiona un “déficit de sueño”. Cuando no estamos trabajando con un tanque lleno de zzzz, es todavía más difícil concentrarse en la escuela, el trabajo u otras actividades. Esto ocasiona más estrés, cambios de humor, comer en exceso y eventualmente se aumenta de peso. Es difícil de creer, pero la falta de sueño combinada con el estrés puede ser, en parte, responsable por el aumento de peso.
¿Por qué? La privación del sueño y la incapacidad de manejar el estrés, desempeñan un papel clave en el metabolismo. Después de que nos vamos a dormir, nuestro cuerpo se queda despierto para hacer ciertas cosas como regenerar las células y relajar los músculos. Pero cuando no dormimos lo suficiente, nuestro cuerpo tiene que hacer esas cosas, además de darnos energía para lo que sea que nos está manteniendo despiertos. Es por eso que las personas cansadas y estresadas a menudo se sienten más hambrientas de lo normal y anhelan comer grasa, sal y azúcar (de ahí los bocadillos a media noche).
Los horarios y compromisos del regreso a clases pueden hacer que el sueño adecuado y las comidas nutritivas parezcan una tarea imposible de realizar para la familia. Pero se puede hacer y se debe hacer si se quiere mantener a todos por buen camino para un año escolar tranquilo y muy productivo.
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